lunes, 1 de diciembre de 2008

Érase una vez tres hermanos que se les había muerto el padre y la madre, y se repartieron la herencia. Al más tonto de los tres, que le decían Juanillo, le dejaron la vaca.

Juanillo, un día, como no sabía lo que hacer con la vaca, decidió venderla, y se fue al mercado. Pero en el camino se paró debajo de un ciprés. Como hacía un poco de viento, el ciprés se movía. Juanillo entabló conversación con el ciprés. Le decía: "¿Cómo? ¿Que tú quieres la vaca? Pues a ti te la vendo. Pero si no tienes dinero, otro día me pagas." Y así le vendió la vaca al ciprés y se la dejó allí atada al tronco.
Al volver se lo contó a sus hermanos y estos le hartaron de tonto, pues un ciprés ni habla ni tiene dinero. Juanillo, al enterarse de esto, se llevó un hacha para cortarlo si no le pagaba. Al llegar donde estaba el ciprés ya no había viento; el ciprés no le hablaba; y la vaca había desaparecido. Juanillo le dio un hachazo y al instante empezaron a salir monedas del tronco. Juanillo decía: "¿Con que no tenías dinero, eh?". Cogió unas monedas y fue a contárselo a sus hermanos. Al escuchar que había más se fueron con el carro, lo llenaron de monedas y las taparon. A Juanillo le dijeron que no fuera a decir nada de aquello.
Pasaba por allí el sacristán y preguntó qué era lo que llevaban. Los hermanos le dijeron que papas. Pero Juanillo, como era tonto, dijo: "no, no, es dinero". Los hermanos cogieron al sacristán y lo mataron. Luego lo llevaron a ocultar a una cueva. Pero, como no se fiaban de Juanillo, metieron también un macho cabrío.
Cuando llegaron al pueblo Juanillo lo contó todo. Y ya se fueron todos a la cueva. Se quedaron a la puerta y entró Juanillo. Desde dentro iba diciendo: "tenía barba". Y la gente respondía: "sí, sí". Y él: "era moreno". Y la gente :"sí, sí". Y él: "Pues si tenía barba, era moreno y tenía cuernos, ahí lo tenéis". Y les echó encima al macho cabrío.
De esta manera ya nadie volvió a creer en Juanillo.


Lo recogió Benito Lupiañez Romera, 17 años.
Lo contó su madre Elena Romera Fernández, 43 años.
Albondón

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