miércoles, 26 de noviembre de 2008

JUAN EL OSO

Había en un pueblo un chiquillo muy malo que no hacía mas que pegar a todos los demás y cuando se hizo grande ya los padres no podían resistirlo y decidieron echarlo de casa. Y él, para irse, les dijo que tenían que hacerle una porra que pesara diez quintales. Pues nada. Los padres le dijeron al herrero que la hiciera y el herrero se la hizo. Juan cogió la porra y se fue de casa.
Tiró por un camino, y anduvo, anduvo, venga montañas, y se encontró con un hombre que había en el bosque que estaba arrancando pinos con las manos. Le preguntó qué hacía allí. Y "el arrancapinos" le contestó que arrancando pinos. Le preguntó que cuánto le daban de sueldo. Y "el arrancapinos" le contestó que cuatro perras gordas.
- ¿Quieres ocho perras y te vienes conmigo? - le dijo Juan.
"El arrancapinos" dijo que eso estaba hecho. Y se fueron los dos. Venga a pasar montañas, venga a pasar sierras. Y se encontraron con un hombre que estaba allanando cerros a culazos. Y le dijo Juan:
- ¿Cuánto te pagan de sueldo?
- Un real. - contestó "el allanacerros".
- Te pago dos reales y te vienes conmigo - le dijo Juan.
Aceptó de inmediato "el allanacerros" y se fueron los tres juntos. Venga a pasar montañas. Venga a pasar sierras. Y llegaron a un pueblo. Empezaron a buscar pensión porque la noche ya estaba cerca. Pero no había casa donde hospedarse, ni los vecinos querían darles cobijo. Y había allí un viejo que les dijo que había una casa vacía, destartalada, pero que estaba embrujada... Ellos dijeron que no les daban susto los duendes y para allá se fueron. Después echaron a buscar trabajo hasta que lo encontraron y quedaron en que uno se quedaba a hacer la comida y los otros iban a trabajar. Le tocó al "arrancapinos" quedarse de cocinero y éste (¡ encantado de la vida !) se puso a hacer la olla. Y ya tenía la olla preparada, que olía a gloria, cuando por un pozo que había en una habitación de allí al lado salió un tío con unas barbas muy grandes y le dijo al "arrancapinos" que le pusiera la olla. Y el “arracapinos" le contestó que estaría bonico que le pusiera la olla; que era para sus compañeros. Y el tío de las barbas no se lo repitió dos veces: le arreó un par de cepazos, se comió la olla a sus anchas y se volvió al pozo. "El arrancapinos", al ver que ya era tarde, se puso a toda bulla a hacer otra olla, porque si no, ¿qué explicación les daba a sus compañeros?
Con que al rato llegaron los otros dos y le preguntaron que cómo le había ido el día. El les contestó que muy bien y les puso el puchero. Pero no había quien pudiera con los garbanzos de duros que estaban. Así que quedaron que al otro día se quedaría el “allanacerros". Y éste tan contento de no tener que ir al trabajo. Preparó la olla y cuando ya la tenía lista, otra vez que se presentó el tío de las barbas, saliendo del pozo. Que si me das la olla, que si no te la doy,... le volvió a arrear unos cuantos cepazos, se volvió a comer la olla y volvió a desaparecer por el agujero. Y otra vez en las mismas: que el puchero no había quien se lo comiera. En vista de lo cual decidieron que al día siguiente se quedaría Juan.
Juan guisó la olla y se sentó a esperar a sus compañeros a la puerta. A esto que siente que se mueven los tablones que tapaban el pozo y que sale un tío grandón, con unas barbas largas, y que le dice que le ponga la olla.
- ¿Qué? ¿Que quieres la olla? Sí, hombre. Ahora mismo. Espera.
Y cogió su porra y le dio todo lo que quiso. Hasta que el otro se volvió a su agujero.
Llegaron los compañeros, deseosos de saber cómo le había ido a Juan. Les puso el puchero y se relamían los dedos.
- Así que no sabíais guisar, ¿eh?,... - y les contó todo lo ocurrido y les hartó de cobardones.
Aquella noche se fueron los tres a por haces de esparto para hacer una soga muy larga y bajar al pozo. Cuando la tuvieron hecha echaron a suertes quién bajaría y le tocó al "arrancapinos". Bajaba por la soga con una campanilla para tocarla en caso de peligro, y cuando estaba hacia la mitad oye una voz que le dice: "baja, baja, que aquí te estoy esperando". ¡La campanilla se hizo chispas de tocar! Lo subieron y le preguntaron qué le había pasado y les aseguró que había oído una voz que le decía que bajase que lo esperaba. Entonces bajaron al "allanacerros". Escuchó también la voz y aunque aguantó un poco más también lo tuvieron que subir con muchas prisas. Y ya dijo Juan el Oso que lo bajasen a él y les advirtió que si sentían la campanilla que lo bajasen más deprisa. Y apenas oyó las voces empezó a tocar la campanilla y los amigos venga a bajarlo, a bajarlo, hasta que llegó a lo más hondo y se soltó de la cuerda y empuñó su porra. Caminó por un corredor muy largo hasta llegar a una puerta. Le pegó una patada, la puerta saltó y se encontró a una señorita muy guapa que le dijo entre lágrimas:
- Vete de aquí, buen muchacho, que me cuida una serpiente de diez cabezas y te matará si te encuentra.
El le contestó que no tenía miedo de nadie. Llegó la serpiente y Juan luchó con ella hasta que le acertó con la porra y la dejó muerta. Entonces ató a la señorita y tocó la campanilla para que la subieran. Los compañeros la subieron y se peleaban por ella.
Juan siguió caminando por la galería y tropezó con otra puerta. Le dio la patada, saltó la puerta hecha pedazos y se encontró con otra señorita igual de guapa que la anterior. Le hizo la misma advertencia y volvió a aparecer otra culebra que luchó con Juan hasta que éste la mató. Sacó a la señorita como a la otra y los compañeros se volvieron a pelear.
Juan siguió caminando por la galería y tropezó con otra puerta. La abrió de otra patada y se encontró con otra joven más guapa que las anteriores que se abrazó a él y le dijo:
- Vete de aquí, buen muchacho, que a mí me guarda el mismo demonio.
Juan le contestó que no le tenía miedo y la otra le dijo entonces:
- Pues si quieres luchar con él es seguro que te citará a otra habitación donde hay muchas espadas. Te dará una muy brillante. Tú no la cojas. Coge la más vieja, que es de hierro puro, porque las otras son de hojalata.
Al poco rato llegó el demonio y ella escondió a Juan para que no lo viera. Pero enseguida que entró lo olió y le dijo:
- Aquí huele a carne fresca. O me la pones o te como a ti.
Salió Juan y el demonio le preguntó:
- ¿A qué has venido tú aquí?
- A por lo que tú quieras. - le contestó Juan.
El demonio se lo llevó a otra habitación y le dio una espada nueva y reluciente, pero Juan cogió otra vieja. Se engancharon en una pelea que duró mucho tiempo hasta que Juan acertó a darle un viaje al demonio que le arrancó una oreja. El demonio pidió una tregua y Juan se la dio. Mientras tanto sacó su pañuelo y guardó la oreja. Continuaron la pelea y Juan consiguió matar al demonio. Ató la joven a la cuerda y tocó la campanilla para que sus compañeros la subieran. Cuando le tocó subir a él pensó que sus amigos podrían traicionarlo y se le ocurrió atar la porra. Tocó la campanilla y cuando llegaba a mitad del pozo los de arriba soltaron la soga y se fueron con las jóvenes. Así que quedó atrapado, sin comida ni bebida. Pasaron tres o cuatro días y ya estaba Juan desesperado de no encontrar la salida cuando se acordó de la oreja que guardaba en el bolsillo. Al ir a darle el primer bocado la oreja se puso a hablar y le dijo:
- ¿Qué mandas que haga?
Le dijo que lo pusiera en claridad. Y al instante se vio fuera.
Juan llegó al pueblo y se enteró que las hijas del rey, que eran tres, habían sido rescatadas del pozo maldito por dos valerosos jóvenes y que les habían dado una buena recompensa, pero que para casarse con una tenían que llevarle al rey la uña de un genio que se hallaba en el bosque. Juan le preguntó a la oreja que dónde estaba la uña y ésta le dijo que en la copa del pino más alto de todo el bosque. Juan lo buscó y lo encontró. Y cuando iba camino del palacio se encontró con "el arrancapinos", que no le reconoció.
- Te doy lo que quieras si me das esa uña. - le dijo.
Y JUan le contestó que para dársela tenía que dejarse pinchar en el culo con un clavo ardiendo. Aceptó. Le hizo la labor en su sitio y le dio la uña.
Al poco tiempo el rey puso como nueva condición para casar a otra hija: que tenían que llevarle dos alas de cuervo rojo. Juan le preguntó a la oreja que dónde estaba el cuervo rojoy ésta le dijo que debajo de la mesa real. Como si fuese un rayo Juan llegó correindo a palacio, miró debajo de la mesa real y encontró una losa que se movía; la destapó y encontró una jaula y dentro estaba el cuervo rojo. Camino del salón real se encontró con "el allanacerros", que no le reconoció.

- Si me das esas plumas te daré todo lo que me pidas - le dijo.
Y JUan le contestó que quería un dedo del pie. Aceptó: JUan le cortó el dedo y le dio las plumas.
El rey puso nueva condición para casar a su otra hija: sólo se casaría con el que demostrase ser el más fuerte del reino. Se presentaron una pila de hombrones, pero JUan los venció a todos. Y cuando estaban en la boda Juan dijo al rey:
- Majestad: estos son unos impostores. Esa uña y esas plumas me pertenecen. Yo se las dejé para que me las guardaran y ellos se negaron a devolvérmelas. La prueba de que digo la verdad está en que, en la lucha que tuvimos, le corté el dedo de un pie a éste y le quemé el culo a aquel.
En ese instante las hijas del rey le reconocieron además como su salvador. El rey ordenó que llevasen al "arrancapinos" y al "allanacerros" a trabajar a las cocinas y casó a sus tres hijas con Juan el Oso.

Lo recogió Juan A. Chavez Rodríguez, 16 años.
Lo contó su abuelo José Rodríguez Robles, 72 años.
Lanjarón.
Publicado y comentado en

11 comentarios:

Unknown dijo...

Me da gusto encontrar ésta clase de cuentos muy entretenidos y buenos en la web, mi padre me lo cuenta desde los 4 años cuando se lo pido. Lo mejor es que tiene mucho significado, gracias por las facilidades c:

Unknown dijo...

Me ha encantado leer este cuento hace años mi Abuelo me lo contaba y haberlo halla ha sido muy importante...
Muchas Gracias

Unknown dijo...

Mi abuelo tiene poco q me lo conto el cuento de juan del oso y también me contó porque era muy fuerte y como nasio es muy grato tener abuelitos a tan gran edad el mio tiene 95 años y me conto otro cuento del talabartero es muy bueno.

Unknown dijo...

Mi abuelo tiene poco q me lo conto el cuento de juan del oso y también me contó porque era muy fuerte y como nasio es muy grato tener abuelitos a tan gran edad el mio tiene 95 años y me conto otro cuento del talabartero es muy bueno.

Unknown dijo...

Este cuento me lo conto mi padre hace 55 años y es más hermoso ,él lo leyó del libro tesoros de la juventud.

Unknown dijo...

Mientras es el autor

ElielLG dijo...

Yo tengo otra versión.. Y es más Omeno de hace 40 años

Unknown dijo...

Mi abuelo Pablo colombran nos lo contaba hace 57 años ,que recuerdo!!

Boney dijo...

Mi abuelita me contó este cuento una vez hace más de 20 años. Gracias por publicarlo.

Abe cars dijo...

A mí me lo contaba mi abuela que en paz descanse, lo busque y se lo conté hoy a mi hija para que durmiera. He tenido un hermoso recuerdo de Doña Vicenta

Unknown dijo...

Este cuento mi papá me lo contó desde que yo tenía 8 años es 💚

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