jueves, 27 de noviembre de 2008

LA FUENTECITA DE ORO


Érase una familia muy pobre que tenía tres hijas. Cierto día los padres se fueron al bosque a por leña para amasar pan y las hijas se quedaron en casa. Hablando, hablando, la mayor dijo que le gustaría casarse con un panadero para, así, poder comer pan todos los días. La mediana dijo que con un cocinero, porque así podría comer bien todos los días. La pequeña, por último, dijo que le gustaría casarse con un príncipe, porque así tendría un hijo como el sol y una hija como la luna.
Dio la casualidad de que el príncipe escuchó la conversación e inmediatamente se prepararon las bodas y cada hermana se casó con el que deseaba.
Pasó el tiempo y la hermana pequeña se quedó en estado. El príncipe tuvo que partir a una guerra que había surgido al otro extremo de su reino y quedó a su mujer al cuidado de sus hermanas. No sabía que éstas la envidiaban y habían decidió deshacerse de ella.
Al poco tiempo la reina dio a luz un hijo tan hermoso como el sol. Sus hermanas lo cogieron y lo llevaron a un molinero que vivía en el río del bosque. Al volver el rey le dijeron que su mujer había tenido un perro.
Poco después la reina volvió a quedar en estado y el rey tuvo que partir de nuevo a la guerra, que por aquel tiempo eran muy frecuentes. La reina dio a luz una hija tan hermosa como la misma luna. Pero sus hermanas la llevaron al molinero. Cuando volvió el rey le dijeron que su mujer había tenido una gato.
Tuvo que marchar una vez más el rey a otra guerra. Su mujer tuvo otro hijo, y las hermanas mayores lo llevaron al jardinero. Al rey le dijeron que había tenido un mono. El rey, muy afligido, hizo encerrar a su mujer en la torre del castillo.
Pasaron los años y los hijos crecieron. Un día pasó por el palacio una viejecita y quiso enterarse del motivo por el que estaba castigada la reina. Esta se lo contó todo y la viejecita le dijo que sus hijos vivían en el bosque, con el molinero. Le dijo que los mandara ir en busca del árbol que cantaba, la fuente que manaba oro, y el pepino lleno de perlas y diamantes. Que cuando lo tuvieran se lo sirvieran al rey en un banquete. Sólo así se volvería a reunir de nuevo toda la familia. Pero le hizo una advertencia: que cuando fueran a por el árbol, la fuente y el pepino y escucharan las palabras: "no llegues", que no mirasen hacia atrás, porque si miraban hacia atrás no llegarían.
Con que la reina se puso en contacto con los hijos. Y partió el primero en busca del árbol, la fuente y el pepino. Pero al escuchar las palabras: "no llegues", miró hacia atrás y no llegó. Fue la hija y al escuchar las palabras, miró y tampoco pudo llegar. Entonces fue el más pequeño, no miró hacia atrás y llegó. Cogió una rama del árbol que cantaba, una jarra de agua de la fuente de oro y un pepino lleno de perlas y diamantes. Volvió a su casa y le dijo a su madre adoptiva que preparase un banquete para invitar al rey. La madre le dijo que eran muy pobres, que cómo iban a atreverse a invitar al rey. Pero el muchacho insistió tanto que la mujer no tuvo más remedio que preparar unas patatas asadas (lo mejor que había en la casa) , e invitar al rey.
El rey comió patatas y luego el hijo pequeño le puso el pepino lleno de oro y perlas. En el mismo momento que el rey lo abrió salió el oro y las perlas, todo se iluminó y el árbol se puso a cantar, la fuente a manar oro. Y un pajarillo se posó en su hombro diciendo: "¿ te extraña ?". A lo que él contestó: "sí, me extraña". Y entonces el pajarillo: "pues no debía extrañarte: estás comiendo con tus tres hijos". El rey se puso loco de contento y se los llevó al palacio. Sacó a su mujer de la torre y vivieron todos felices. Comieron perdices y a mi no me dieron porque no quise.

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