miércoles, 26 de noviembre de 2008

PERIQUITO TRAGAPEPES

En un lejano país había un gigante que todos conocían con el nombre de Pepe. Tenía atemorizada a toda la gente de aquella comarca, porque todo lo hacía polvo.

Un día un muchacho que era muy valiente se presentó ante el rey y le dijo que él podía derribar al gigante. El rey se rió de él. Pero el muchacho llenó sus alforjas de comida y se fue.
Empezó a caminar y cuando ya estaba cansado y con hambre se sentó al lado del camino: Se puso a comer y se le acercó una viejecilla y le dijo:
- ¿No le daría a esta pobre anciana algo de tu comida?
- Sí, - contestó el muchacho - tómela toda, abuelilla. Yo puedo aguantar más tiempo.
Entonces ella, por su buen corazón, le regaló una capa que le haría invisible a todo el mundo cuando se la pusiera. El muchacho le dio la gracias y siguió su camino.
Cuando llegó a donde estaba el gigante Pepe, empezó a llamarlo. Salió y le preguntó:

- ¿Tú qué haces aquí?
- Vengo a matarte - contestó.
- ¿Tú matarme a mí? Si yo te puedo matar de un solo manotazo.
El gigante se tiró a matarlo, pero el muchacho se puso la capa y se hizo invisible. Le dio un espadazo y lo mató. Luego le cortó la cabeza para enseñársela a la gente del pueblo.
Pero la princesa no se pudo casar con el muchacho porque era muy pequeña. Entonces el rey le dio a Periquito tragapepes cien sacos de oro, cincuenta caballos y otras cosas para que su familia viviese feliz el resto de sus día.

Lo recogió Margarita Sánchez, 19 años.
Lo contó Isabel Archilla, 38 años.
Órgiva.

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