En un lejano país había un gigante que todos conocían con el nombre de Pepe. Tenía atemorizada a toda la gente de aquella comarca, porque todo lo hacía polvo.
Un día un muchacho que era muy valiente se presentó ante el rey y le dijo que él podía derribar al gigante. El rey se rió de él. Pero el muchacho llenó sus alforjas de comida y se fue.
Empezó a caminar y cuando ya estaba cansado y con hambre se sentó al lado del camino: Se puso a comer y se le acercó una viejecilla y le dijo:
- ¿No le daría a esta pobre anciana algo de tu comida?- Sí, - contestó el muchacho - tómela toda, abuelilla. Yo puedo aguantar más tiempo.
Entonces ella, por su buen corazón, le regaló una capa que le haría invisible a todo el mundo cuando se la pusiera. El muchacho le dio la gracias y siguió su camino.
Cuando llegó a donde estaba el gigante Pepe, empezó a llamarlo. Salió y le preguntó:
- ¿Tú qué haces aquí?
- Vengo a matarte - contestó.
- ¿Tú matarme a mí? Si yo te puedo matar de un solo manotazo.
El gigante se tiró a matarlo, pero el muchacho se puso la capa y se hizo invisible. Le dio un espadazo y lo mató. Luego le cortó la cabeza para enseñársela a la gente del pueblo.
Pero la princesa no se pudo casar con el muchacho porque era muy pequeña. Entonces el rey le dio a Periquito tragapepes cien sacos de oro, cincuenta caballos y otras cosas para que su familia viviese feliz el resto de sus día.
Lo recogió Margarita Sánchez, 19 años.
Lo contó Isabel Archilla, 38 años.
Órgiva.
Lo contó Isabel Archilla, 38 años.
Órgiva.
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