sábado, 29 de noviembre de 2008

LA NIÑA QUE RIEGA LA ALBAHACA

Esto era tres hermanas huérfanas de madre. Un día el padre se iba de viaje y les dijo:

- ¿Qué queréis que os traiga?

- Lo que usted quiera, padre.

Mientras el padre estaba fuera, la más pequeña sembró en una maceta una mata de albahaca. El hijo del rey, que estaba enamorado de ella, todos los días pasaba por delante de su casa, la veía regando y le decía:

- Niña que riegas la albahaca: ¿cuántas hojitas tiene la mata?

Ella le contestaba:

- Y tú, príncipe embustero, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo?

Un día el príncipe se vistió de pescadero y salió pregonando. Cuando la muchacha lo oyó, salió y el príncipe se tiró a darle besos y abrazos. Al día siguiente el príncipe le dijo:

- Niña que riegas la albahaca: ¿cuántas hojitas tiene la mata?

- Y tú, príncipe embustero, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo?

- Tantas como besos y abrazos le diste al "pescaero" – le contestó.

La muchacha pensó que aquello no podía continuar así. Al día siguiente se vistió de la muerte y se fue al castillo. Tocó y salió el rey:

- ¿qué quieres?

- Soy la muerte y vengo a llevarme a tu hijo.

- Pero si mi hijo no está enfermo y no ha hecho nada malo.

- Bueno, si no quiere que me lo lleve tiene que bajar a las cuadras y pegarle cuatro mordiscos al "jaco podrío". - (Así le llamaban al caballo del rey por estar muy seco.)

El príncipe bajó y le pegó los mordiscos.

Al día siguiente el hijo del rey le dijo a la muchacha:

- Niña que riega la albahaca: ¿cuántas hojitas tiene la mata?

- Y tú, príncipe embustero, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo?

- Tantas como besos y abrazos le diste al "pescaero"?

- Pues la albahaca tantas como mordiscos le diste al "jaco podrío".

El príncipe decidió cortarle el agua para que tuviera que ir a por ella al jardín del palacio. Cuando fue a regar y vio que no tenía agua llamó a sus hermanas y les dijo:

- Bajadme con una cuerda al jardín del palacio para coger agua.

Cuando la bajaron, ella lo encontró dormido y se fue para él y le puso en la frente AMOR. Cogió agua y se fue. Al día siguiente, la volvieron a bajar y, cuando le estaba poniendo AMOR, el príncipe se despertó. La cogió de la mano y empezó a enseñarle el palacio. Pero cuando llegaron al palomar la muchacha lo dejó allí encerrado.

Al día siguiente todo el mundo estaba buscando al príncipe y un criado dijo:

- Todo está abierto, menos el palomar.

Entonces tiraron la puerta y lo sacaron. Le contó a su padre que quería a una muchacha y que ella lo quería a él. Pero no le pudo decir más porque cayó muy enfermo. El padre mandó a un criado a dar el pregón de que todas las mozas del pueblo tenían que ir a contarle un cuento al príncipe, para ver por cuál de ellas se interesaba. Pero por ninguna se interesó.

Hasta que un día llegaron las hermanas y le tocó el turno a la pequeña. Y le preguntaron:

- ¿Qué cuento le vas a contar?

- Yo no vengo a contar, ni a descontar; yo vengo a entregar las llaves del palomar.

Cuando el príncipe se mejoró se casaron y vivieron felices.

Lo recogió Mª Ángeles Pelegrina Muñoz, 14 años.
Lo contó su madre Eduarda Romera Fernández, 50 años.
Yegen.

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