jueves, 27 de noviembre de 2008

LA HIJA DEL REY Y EL PIOJO


Érase una vez un rey que tenía una hija. Y estaba en edad de casarla. Un día la hija del rey estaba sentada en su silla de oro, cose que te cose, y se sacó un piojo de la espalda. Se lo llevó a su padre y le propuso cuidarlo. Así lo hicieron. Y el piojo crecía cada día hasta que llegó a ser tan grande como un toro. Entonces el rey decidió matar al piojo y con sus huesos y su piel hacer una silla. Dicho y hecho. Llamó al carpintero, lo encerraron en palacio y en unas horas había hecho un hermoso sillón.
Cuando el sillón estuvo hecho, el rey mandó pregonar por su reino que el que acertase de qué estaba hecho le daría la mano de su hija. Vinieron condes, duques, marqueses, ... pero nadie daba con el enigma. Y había cerca del palacio un hombre que ponía la oreja en el suelo y oía todo lo que quería. Y se estaba riendo de todos.
Un muchacho de aquellos lugares quiso probar fortuna y le dijo a su madre:

- Madre: vende las ovejas, que voy a ir a palacio y voy a adivinar de qué está hecho el sillón de la princesa.
Y la madre, pensando que su hijo se había vuelto loco, intentó persuadirle.
- ¡Anda, hombre! ¡Qué vas a acertar tú! Si no lo han adivinado esos señores tan importantes...
Pero el muchacho no le hizo caso a su madre. Vendió las ovejas y se fue a palacio. De camino, pasó por donde el hombre que todo lo oía y le pidió consejo:
- Cuando te presentes en palacio dices que vienes a participar. Primero dices que es cualquier madera. Como no acertarás, tendrás que pagar cinco duros. Los pagas. Y luego pides otro intento y dices que es de piojo. ¿Has entendido?: de piojo.
Así lo hizo el muchacho. El primer intento dijo que era de roble. El público empezó a reírse de él. Pagó los cinco duros y luego dijo:
- Es de piojo.
La hija del rey empezó a llorar porque no quería casarse con un pastor que olía a ovejas. Entonces el rey le puso una prueba: tenía que ganar a un duque a allanar dos montañas. El que primero acabase, ese se casaba con la princesa. El duque cogió a todo su ejército y se fue para allá. En poco tiempo allanó más de la mitad. El muchacho fue a ver al hombre que todo lo escuchaba. Y éste le aconsejó:
- Coge una espuerta y una azada y vete al monte a quitar tierra. Mañana, cuando te levantes, todo estará arreglado.
Así lo hizo. Estuvo trabajando todo el día y cuando llegó la noche se fue a dormir. Aprovechando la oscuridad, el hombre que todo lo oía y un compañero suyo allanaron la montaña del muchacho y la tierra la llevaron a la montaña del duque. A la mañana siguiente el rey fue a ver a los contrincantes y se encontró con que tenía que casar a su hija con el pastor.

2 comentarios:

Unknown dijo...

A mi hija le encanta pero no encontramos editorial ni nada de datos para comprarlo me podeis ayudar?

JM de UM dijo...

No conozco edición de este cuento. Ya he recibido algunos correos en los que me solicitan esta misma información. Así que estoy pensando en una edición en papel de toda esta colección. Cuando esté preparada, lo haré público en este mismo sitio.
Gracias por el interés y mientras tanto ¡se puede seguir leyendo desde aquí!
Un saludo

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