miércoles, 26 de noviembre de 2008

LA HIERBA DE VILÁN

Eesto era una vez que había un rey que tenía tres hijos y los dos hermanos grandes no se llevaban bien con el más chico porque el padre quería dejarle la corona.
Y, como los tres eran hijos, dispuso el padre un día mandarlos a buscar la hierba de vilán, y el que la encontrara se llevaría la corona.
Salieron a buscarla y al más pequeño lo dejaron perdido y los dos mayores se fueron juntos.
Ya estaba solo y aburrido y se encontró con un viejecito que le dijo:
- Chico, ¿qué te pasa que estás tan triste?
Entonces le contó su caso, que iba buscando la hierba de vilán. Y el viejecito le dio la hierba de vilán y le dijo:
- Vete para tu casa y si te encuentras con tus hermanos no les digas que la llevas.

En un barranco se encontró con sus hermanos y le preguntaron que si la llevaba. El lo negó. Pero lo registraron y se la encontraron. Y decidieron matarlo allí mismo para quitarle la hierba de vilán y lo enterraron en el barranco y se fueron para su casa con la hierba. Se la entregaron a su padre y le dijeron que la habían encontrado los dos. Les preguntó por su hermano pequeño y le dijeron que no lo habían visto. Su padre quedó muy apenado.
Pasó el tiempo y en el sitio donde lo habían enterrado nacieron unas cañaveras. Un día acertó a pasar por allí un cedacero y le llamaron la atención. Cortó una caña, hizo un pito y lo empezó a tocar. Y decía:

"Cedacero, no me toques
ni me dejes de tocar.
Mis hermanos me mataron
por la hierba de vilán".

Esta maravilla llegó a oídos del rey y lo mandó llamar a palacio.
El padre tocó el pito y decía:

"Padre, no me toque
ni me deje de tocar.
Mis hermanos me mataron
por la hierba de vilán".

Entonces el padre mandó llamar a sus hijos. Lo tocó el hermano mayor y decía:

"No me toques, hermano,
ni me dejes de tocar.
Tú fuiste quien me mataste
por la hierba de vilán".

Y entonces lo tocó el otro y decía:

“No me toques, hermano,
ni me dejes de tocar
que entre los dos me matásteis
por la hierba de vilán”.


Lo recogió Fco. Ruiz Enríquez, 10 años.
Lo contó Dolores Cobo Lorenzo, 69 años.
Yátor.

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