miércoles, 26 de noviembre de 2008

PERIQUITO TRAGAPEPES

Hace ya muchos siglos, en un lejano país, vivía un pobre labrador que tenía un hijo llamado Periquito. Cerca de su casa vivía también un gigante llamado Pepe, que abultaba lo de tres hombres y robaba cuantos bueyes y ovejas encontraba para saciar su apetito. Toda la gente de la comarca estaba atemorizada.
Una noche, sin que su padre lo viera, Periquito salió de su casa en busca de la gruta del gigante dispuesto a acabar con él. Cuando estuvo ante la gruta hizo un gran hoyo, lo cubrió con troncos y ramas para disimularla y tocó con fuerza un cuerno de caza que llevaba. Al oírlo, el gigante salió:
- ¿Quién ha osado acercarse a mi gruta? - vociferó sin darse cuenta de la presencia del niño.
- Yo. He sido yo, que vengo a matarte.
- Tú... - el gigante rió - Está bien, pequeño. Me servirás de cena, aliñado con unos cuantos melones.
- Antes tendrás que alcanzarme - replicó Periquito, echando a correr.
El gigante dio un enorme paso y cayó en el hoyo. Entonces Periquito enarboló su hacha y le cortó la cabeza. Regresó al pueblo con ella y toda la gente lo aclamaba como héroe y le regalaron una espada poderosísima (que se decía que había sido del Conde de Rabadilla) y le dieron el título honorífico de Periquito Tragapepes.
Mas poco duró la alegría en la comarca, pues un pariente del gigante Pepe, al enterarse de lo ocurrido, decidió vengarse y raptó a la hija del rey.
Periquito tomó su espada y, al amanecer, salió en busca del gigante. Anduvo durante mucho tiempo y, cuando sintió hambre, se paró al borde del camino y sacó su pan y su tocino. Entonces se le acercó una viejecita y le dijo:
- Hijo: ¿no le darías un poco de pan a esta anciana que lleva varios días sin abrir la boca más que para bostezar?
- Pues claro que sí - contestó Periquito - Toma mi comida, abuela. Yo puedo aguantar más tiempo sin comer.
- Gracias, hijo. Por tu buen corazón te voy a regalar esta capa mágica que te hará invisible a todo el mundo cuando te la pongas.

Poco tiempo después llegó ante la gruta del gigante y comenzó a dar grandes voces:
- ¡Socorro! ¡Auxilio! Ayudad a este pobre caminante que se ha perdido en la noche.
El gigante al oír las voces salió pensando que ya tenía resuelta la cena.
- Pasa, pequeño. Aquí encontrarás cuanto desees. Dormirás hasta mañana y continuarás tu camino.
Le hizo entrar y le dio una cama para que pasara la noche. Pero, cuando Periquito quedó a solas, se puso la capa y salió a recorrer todos los aposentos hasta que encontró la habitación donde estaba encerrada la princesa. Hizo una señal en la puerta para acordarse y luego fue en busca del dormitorio del gigante. Se acercó a él mientras dormía con grandes ronquidos y le clavó la espada en el corazón. Luego rescató a la princesa y se la llevó al rey.
Como Periquito Tragapepes era muy pequeño no pudo casarse con la princesa, pero a cambio el rey le dio cien sacos llenos de oro, cien vacas, cincuenta caballos y un peón de plata maciza. Y así vivieron felices Periquito Tragapepes y su familia.

Lo recogió José Vicente Castro López, 17 años.
Pórtugos.

0 comentarios:

CUENTOS POPULARES DE LA ALPUJARRA GRANADINA © 2008. Template Design by SkinCorner